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LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS EN UN AMBIENTE DE ABUNDANCIA

  • Foto del escritor: Juan Pablo Cerón De la Torre
    Juan Pablo Cerón De la Torre
  • 5 nov 2024
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 10 mar

Por: Juan Pablo Cerón 



En la dinámica de las familias empresarias, con frecuencia surge la inquietud sobre cómo afrontar la  educación de los hijos en un ambiente de abundancia. Por lo general, el tema ronda la cabeza de  los jefes de familia, pero pocas veces resulta fácil aterrizar y sobretodo educar a los hijos de manera  completa, integral y balanceada. 

A medida que la empresa familiar crece y adquiere mayor valor, las facilidades hacia el interior de la  familia son mayores y por lo tanto el acceso a un estilo de vida más relajado y con más facilidades  es cada vez es más común. Los hijos de empresarios nacen en este ambiente y los padres se  enfrentan quizás al mayor reto de sus vidas; y muchas veces sin tomar conciencia de ello. Las 

generaciones fundadoras, por lo general han vivido la escasez, han experimentado en carne propia  el sentido del trabajo, el esfuerzo y los valores centrales que dan origen y fortaleza a las familias.  Cuando se ha conseguido el éxito, las generaciones secundarias crecen en un ambiente con pocas  limitantes y muchas facilidades que complican su formación. 

Los que nacieron hace cuatro décadas o más, en una era de esfuerzo y escasez, no podrán más  que impactarse del estado actual del entorno y la velocidad con la que las cosas han evolucionado  y no se diga la rapidez con la que los jóvenes se desenvuelven hoy por hoy. Toda esta generación  recordará trabajar arduamente para ganar algo de dinero y empezar a construir su patrimonio. Por  el contrario, las nuevas generaciones de las familias exitosas, tiene todo aquí y ahora, no se alcanza  a disfrutar una nueva adquisición cuando se adquiere otra que captura su atención. Son  excesivamente prácticos, si no sirve no se usa, se desecha y se vuelve a empezar. 

Para abordar el tema de la educación de los hijos, es necesario considerar tres aspectos  fundamentales de la educación: las circunstancias o el entorno en el que educamos ya que estas  determinarán sus prácticas, los valores que definen el modo y son el pilar a la hora de intervenir y  que servirán como guía y soporte de su actuación y por último las normas o reglas en las que nos  apalancamos para llevar a cabo tan difícil tarea. 

Con recursos o sin estos, todos queremos educar a los hijos en los valores y para que desarrollen  virtudes personales. Pero para los padres que educan en entornos de abundancia, esto puede ser  un desafío único.

¿Cómo se educa a los hijos que lo tienen todo? 

La familia es escuela de vida y los padres son los educadores naturales. La familia brinda desde sus  orígenes los estímulos que satisfacen las necesidades emocionales, al mismo tiempo que se  garantiza el desarrollo intelectual y físico. En este entorno, se adquiere también el lenguaje, la  identidad, la destreza, la seguridad y los valores básicos. 

El ejemplo es la palanca educativa más poderosa con la que cuentan los padres para ejercer influencia en sus hijos. Es interesante abordar la educación de los hijos desde el punto de vista de  los valores de la familia y su relación con el negocio, el patrimonio y desde luego su legado de  conducta. Es decir, cómo hacer que el dinero y los recursos económicos ayuden a las siguientes  generaciones de familias empresarias, en lugar de hacerles un daño y por sobretodo como hacer  que esto trascienda en el tiempo y contribuya a formar mejores personas. 

Los conocimientos, habilidades y actitudes se dan desde muy temprano al interior de la familia y en  gran medida a través del ejemplo. Aun sin quererlo, el comportamiento de los padres aparece ante  los hijos como referencia o base de su comportamiento.  

La influencia del dinero en nuestras vidas es enorme. A juicio de expertos, el dinero no es sólo un  medio de pago y un instrumento de intercambio, sino también conlleva conceptos de autoestima,  prestigio, poder e influencia en otros. Por ello, los especialistas en educación de los hijos de familias  empresarias recomiendan hablar con ellos acerca del dinero desde pequeños, haciéndoles entender 

qué es, para qué sirve, cómo se obtiene, qué puede comprar y qué no. Sin embargo, todos coinciden  en que es fundamental empezar por formar la virtud de la templanza y una vida sin excesos. 

Se aconseja tener paciencia y tomarse el tiempo necesario, ya que educar a los hijos a manejar y  convivir con el dinero es como enseñarles un idioma nuevo. Temas básicos como ahorrar, cómo  llevar las cuentas, cómo gastar de manera inteligente, cómo y en qué invertir, cómo desarrollar el  espíritu empresarial y emprendedor, son fundamentales a medida que los jóvenes crecen.  

En diversos espacios se aborda la preocupación generalizada sobretodo de los miembros fundadores de las familias empresarias, sobre como criar a los hijos para que no desarrollen una  actitud de derecho de pertenencia a bienes, activos, utilidades y/o herencias, sino todo lo contrario;  un deseo proactivo de trabajar, contribuir y cuidar lo que es suyo, convirtiéndolos más bien en los  guardianes de esa riqueza. Los fundadores desean que la siguiente generación desarrolle una  relación sana con el dinero, desarrollar hijos responsables y cuidadosos donde todas las acciones  que tomen sea consecuencia de una decisión responsable y madura. Es evidente que el resultado  final de si los hijos se convierten en administradores prudentes del patrimonio, no está totalmente  bajo el control de los padres. Sin embargo, hay prácticas y actividades para las familias y los padres  que hacen que sea más probable que sus hijos crezcan en una dirección positiva, desarrollando  autoestima personal y competencia, alineados con los valores de la familia. Aunque los padres no  pueden garantizar que sus hijos se convertirán en guardianes del capital y no solo despilfarradores,  pueden llevar a cabo actividades familiares que crean condiciones que conducen al éxito.  

Para contribuir al desarrollo positivo y la educación de las próximas generaciones al interior de las  familias que han logrado capturar mayor valor, será importante considerar tres líneas básicas de  acción: 

Compromiso intrageneracional. Involucramiento tanto de los mayores como los jóvenes activamente entre sí sobre asuntos relevantes. Trabajo conjunto, mucha comunicación y  respeto en actividades que tienen que ver con la riqueza de la familia en el sentido más  amplio y con valores compartidos y legado familiar.  

Formación financiera. Actividades de aprendizaje para que los jóvenes desarrollen su  capacidad para manejar su herencia y aprendan acerca de las diferencias entre administrar,  resguardar y crecer el patrimonio.  

Sentido de pertenencia. Abordar como familia la importancia de definir y desarrollar su  responsabilidad como guardianes de patrimonio, su participación en el gobierno de la empresa y la toma de decisiones madura y responsable. 

Es fundamental que los hijos comprendan que el dinero es una herramienta, no una parte de lo que  ellos son como personas. Poner límites a los hijos y saber decir que no ante algunas peticiones y  circunstancias, expertos aseguran que dota de seguridad a los hijos y fortalece su carácter. 

Los retos especiales de las familias con mayores recursos, provienen de la excesiva libertad  concedida por la riqueza y fundamentalmente el excedente de recursos disponibles. Habrá que  reconocer que los retos experimentados por este grupo de personas/familias están presentes de  diferentes maneras para aquellos con menores medios. El desarrollo de la personalidad sana, la 

madurez de las actitudes y las habilidades financieras y de prudencia, la búsqueda del propósito y  el cuidado amoroso pero disciplinado de los hijos son tareas universales. Sin embargo, para que una  familia forme una generación que actúe de manera prudente con los recursos, ha de dar ejemplo en  la manera como el mismo los usa, como gasta, ahorra e invierte y también como los utiliza en favor  de otros, sin excesos, pero mismo tiempo para atender prioridades esenciales y no superfluas.


 
 
 

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